Por Héctor O. Becerra
En un texto como La interpretación de los sueños Freud explica
meticulosamente el proceso de elaboración del sueño deteniéndose en el
hecho de que intervienen en él los mismos mecanismos que en los síntomas
neuróticos, ellos son la condensación y el desplazamiento.
En La interpretación de los sueños Freud se explaya en el proceso del soñar;
pero, resulta importante consignar que el sueño se inserta en el proceso del
dormir, cuestión que el padre del psicoanálisis recién aborda en Más allá del
principio del placer cuando hace referencia a las neurosis traumáticas y plantea
que el sujeto renuncia a dormir por miedo al fracaso de la función onírica, de
allí que en las denominadas pesadillas estamos repitiendo casi puntualmente e del
suceso traumático que nos ha tocado vivir.
La tira cómica de Tute tiene la intuición, la lucidez y la síntesis necesaria para
mostrarnos en una imagen y en unas pocas palabras -acá intervienen la
metonimia y la metáfora- como pensar el tema del sueño y fundamentalmente
el del dormir, en el ámbito de una cura psicoanalítica.
Tute dibuja al futuro paciente -que no es un psicoanalista, ni un estudiante
universitario, ni siquiera un empresario- con la apariencia del gallego bruto que
ignora que el diván no se utiliza para dormir y soñar, con lo cual el humorista
abre la pregunta sobre los alcances de la terapia psicoanalítica y sus efectos
en la gente común. Un nuevo desafío para los psicoanalistas.
La época que nos toca transitar respecto del dormir plantea ciertas dificultades
que Freud ha sabido reconocer en su lección XXIX de Las nuevas lecciones
introductorias al psicoanálisis donde plantea que los estímulos exteriores
atentan contra la conciliación del sueño. La vida moderna ha multiplicado esos
estímulos: la TV que queda prendida, la proximidad del celular que
tendenciosamente ha sido diseñado con luces y sonidos para no darnos
descanso y podemos incluir en la lista el WiFi cuyas ondas atraviesan la
habitación de manera invisible aunque perturbadora.
Después de leer a Freud no podemos dudar de la importancia del sueño y
también del dormir. Digamos -además- que para poder soñar el desarrollo del
dormir tiene que arribar a la fase REM (del inglés rapid eye movement,
movimiento rápido de los ojos). Durante la fase REM el ojo hace rotaciones
rápidas e involuntarias y el cerebro también funciona rápidamente. Esta fase
dura entre el 15 y 25% de toda la noche del sueño. Durante esta fase el
sistema nervioso autónomo SNA, hace que los vasos sanguíneos se
ensanchen y el organismo levanta fiebre; por eso solemos despertarnos
bañados en transpiración en medio de la noche, son síntomas de que nuestro
organismo está en fase de repararse a sí mismo. Durante esta fase trabajan a
pleno los procesos oníricos y permiten que soñemos las cosas más fantasiosas
y disparatadas es el recreo de la mente. El organismo sana durmiendo y
soñando. Los psicoanalistas debemos saber acompañar estos procesos