“Escribir para acompañar”

Lic. Maria Inés Alvelo 

De unos ..

Hay caricias en la infancia que duelen,

atemorizan, lastiman asquean…

Lo más absolutamente incomprensible…

Palabras que se silencian…

y un día se animan a salir, se pueden decir.

Si hay alguien que escuche,

podés intentarlo, el deseo insiste.

De otros…

Ya escuché, escuché y aprendí a escribir…

Escribir para acompañar

a dónde las paredes no me dejan ir,

para abrazar cuando el miedo atrapa,

para alojar ese dolor que debe ser dicho.

¿Para qué escribir palabras sino para que sean escuchadas?

Escribir para dejar atrás, para dar vuelta la página,

para reescribir la historia.

A pocos meses de recibirme de psicóloga, comencé a trabajar en una unidad

penitenciaria de mujeres. Allí llega mi primer contacto con la temática de las agresiones

sexuales, la puerta de entrada a este mundo siniestro y absolutamente desconocido para

mi.

Corria el año 2005 y no se hablaba de abuso sexual. No recuerdo haber leído un

apunte sobre la temática en toda la carrera en la Facultad de Psicología de la UBA.

No recuerdo haber escuchado hablar sobre abuso sexual en mi infancia, ni en la

escuela.

De eso no se hablaba.

Los 15 años que trabajé en el penal de mujeres estuvieron caracterizados por

escuchar “historias tristes”, como suelo decir. Historias de mujeres atravesadas por

infinitas carencias, maltratos, abandonos, desidias y agresiones sexuales. Me animaría a

decir que 9 de cada 10 mujeres detenidas, llevan en sus biografías historias de abusos

sexuales de los que han sido víctimas.

Historias silenciadas, historias reveladas, historias no creídas, historias

desmentidas. Mujeres que contaban historias de situaciones aberrantes ocurridas en sus

infancias y adolescencias.

Historias donde el hilo común es el descreimiento, el abandono, la desprotección,

el silenciamiento obligatorio, la desmentida, la negación. Historias tristes.

Después llegaron las historias al consultorio. La lista es demasiado larga.

Pacientes que después de un tiempo de terapia, pueden hablar, pueden recordar…y

pueden poner voz a su historia.

Las estadísticas en mi consultorio no son tan altas como en el penal, pero no por

ello menos doloroso. “Conservan su singularidad. Las historias se parecen muchas

veces, las tramas expuestas se asemejan, pero los dolores y sufrimientos son únicos,

incomparables e irrepetibles. Así es como cada uno retorna por separado.”

1

Y así, en esta larga lista, Marina llega a consulta, en 2022.

Su madre refiere que su hija deseaba un espacio para hablar, ya que venía

sintiéndose mal desde la pandemia. Podríamos ya ir pensando cómo el conflicto, que se

hallaba mudo dentro del seno familiar, necesitaba otra escena para desplegarse.2

En la primera entrevista dice: “No tenía con quién hablar de mis cosas, por eso le

pedí a mi mamá. Mi papá…” y hace un largo suspiro en su relato, una pausa para

respirar. Resulta increíble describir que, en la pesadez de ese suspiro, de esa pausa en

su hablar, vino a mis pensamientos la idea de una agresión sexual. Lo pensé en ese

instante, tal vez lo sentí? Inexplicable y por supuesto, no fundado desde la lógica

racional. Fue sólo una pausa y un pesado suspiro. Luego continuó su relato: “…mi mamá,

mi hermano…me preocupan, todo por la misma razón.” Su relato se desplegó en temáticas relativas a la dinámica familiar, vínculo con sus padres, conflictos con su medio

hermano, conflictos con amigas, enamoramientos, etc., etc.

¹Cao Gené, Macarena: “Motivos de la compilación” en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo” (pag. 18).C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.
²Cao Gené, Macarena: “Subjetividades arrasadas” en Abuso sexual en la infancia: abordaje desde el 
dispositivo de Cámara Gessel. Edictorial LI-Bros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Parafraseando a Macarena Cao Gené, ese pesado suspiro, esa pausa en su relato, eran el modo en que Marina estaba traduciendo sus vivencias. Un otro lenguaje

que se entona en cuerpos y somas. “El sufrimiento, el desamparo, la desolación, el

desequilibrio emocional, la vergüenza, el miedo, la ira, no siempre encuentran en las

palabras la vía para expresarse.”3

Los meses transcurrieron, hablando de temas muy propios de su adolescencia,

con sus 16 años: amores, desamores, amigas y rivalidades. En una sesión se muestra

muy angustiada, desbordando en llanto, pero sin poder poner en palabras los motivos de

su angustia. Resulta llamativa la gran cantidad de recriminaciones que van apareciendo

dirigidas a su padre, acompañada de sentimientos de enojo y angustia excesivos, y

luego cierta culpabilidad. Si bien hablaba de médicos, turnos, dinero y actividades,

vuelve a mis pensamientos aquella primera sospecha, de la primera entrevista. Decidí

llamar a mi supervisora, ya que me había quedado preocupada por la emergencia de

tanta angustia. Releyendo aquellas notas, nada fundamentaba mis sospechas. Había

que esperar.

Desde un lugar de acompañamiento, le envío un mensaje para saber cómo se

venía sintiendo en esos días, ya que había estado realmente muy angustiada en la

última sesión. Responde: “Estuve pensando mucho. Escribí algo sobre eso, porque de

vez en cuando escribo cómo me siento o lo que me pasa”. Luego de que le manifieste

que es una muy buena forma de expresión, agrega: “No creo poder decirte lo que tengo

que decir en una sesión…esta bien si te mando lo que escribí?”. Respondo alentando a

que lo haga. Siendo casi medianoche recibo un mensaje, producido en una nota de

celular, la cual decía algo así:

“No pensé que la imagen que mostraban en las charlas del colegio, de una

persona con un ovillo de lana desecho, fuera capaz de sentirse de forma tan literal, hasta

que comencé a sentirlo en mi cabeza hace algunos años. Cuando empecé a reflexionar

sobre lo que me había hecho mi papá. Cuando empecé a pensar que me pidió que le

tocara el pene de chiquita y no podía dormir sola por el miedo, y no era normal. También

cuando me pidió que me pusiera en cuatro, y se frotó sobre mi cuerpo. Me decía que no dijera nada a mamá. También recuerdo que en mi cama me pidió que lo tocara para que

saliera juguito. Hubo épocas en que pensé que era mi imaginación, que tal vez nunca

pasó y sólo lo imaginé. Creo que quería creer eso. Pero no, había ocurrido, era tan real.

Esto está en mi cabeza hace mucho tiempo. Tengo miedo de lo que vaya a pasar…qué

va a pasar cuando la familia se entere? Cómo va a reaccionar mi mamá? ¿Me creerán?”

³Cao Gené, Macarena: “Motivos de la compilación” (pág. 19) en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

A primera hora de la mañana le respondo, tratando de contener y acompañar ese

develamiento, de una situación tan difícil. Le ofrezco adelantar la sesión. En dicha sesión

abordamos lo que había podido develar, primando la contención y escuchando los

tiempos de su subjetividad. Refiere que era la primera vez que podía decir esto que

había ocurrido. Expresaba su miedo a hablar con la madre.

“Cuando logra dar con un confidente, se libera en parte. Algo de ese dolor

descansa, pero aparece la vergüenza y la humillación de pensarse culpable de haber

provocado el crimen. Pasarán muchos años para que asimile la tragedia y la haga parte

de su ser y muchos otros años para pensar en denunciar”4 Le expliqué la necesidad y

obligación legal de denunciar esta situación, le ofrecí alternativas para acompañarla en el

relato a su madre, tratando de respetar sus tiempos subjetivos y no generar una

situación que sumara violencia o sufrimiento a lo ocurrido. Marina manifestó su deseo de

comunicarlo ella misma a su madre. Pudo expresar el miedo que sentía ante las

consecuencias venideras: enojos, peleas, discusiones familiares, etc.

A los dos días, en horas de la tarde, se comunica conmigo su madre, en forma

telefónica. Entre llantos y sollozos, angustia y desesperación, me cuenta que Marina le

había revelado las agresiones sexuales recibidas por parte de su padre. Su madre

estaba en estado de shock, desbordada por una situación abusiva que jamás había

detectado ni imaginado, hasta ese momento al menos. Sus palabras repetían

incesantemente el estupor de no poder dar crédito de lo develado, pero la plena

convicción de creer en las palabras de su hija, el desconcierto hacia su esposo.

La contención y orientación legal se realizó en forma telefónica. Su madre estaba

absolutamente decidida a encarar a su esposo en cuanto volviera de trabajar. Le ofrezco

un espacio de continuidad en la comunicación hacia finales del día sábado, o el día

domingo. La reparación del daño implica enfrentar el horror de desenmascararlo.

⁴Almada, Sonia: “Derecho al tiempo” pág.30 en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

Su madre se comunica nuevamente el día domingo, en horas de la mañana. Su

estado de angustia y crisis emocional continuaba. Me comenta que había hablado con su

esposo, el sábado por la noche. Para mi gran sorpresa, dadas las estadísticas en estas

situaciones, el padre de Marina reconoció lo ocurrido, afirmó haber tenido conductas de

abuso sexual con su hija algunos años antes, cuando ella tendría 10 años

aproximadamente. Afirmó que esto habría ocurrido en reiteradas oportunidades.

Manifestó haberse sentido atormentado y torturado por lo ocurrido todos estos años, y

dispuesto a asumir las consecuencias “haciéndose cargo”. Luego se fue de la casa

familiar y se lo contó a sus hijos mayores. No han vuelto a tener contacto con él desde

ese día.

La madre realizó la denuncia el día lunes en la Comisaría de la Mujer del partido.

Su posición denotaba, en todo momento, un esfuerzo denodado por contener a Marina,

experimentando esa sensación de incredulidad que viene luego un hecho absolutamente

disruptivo, donde se pierden las coordenadas subjetivas de orientación -lo disruptivo-,

pero la convicción de creer en su hija.

En la sesión siguiente, Marina logra expresar una sensación de vergüenza

contenida, de incomodidad al tener que ponerle palabras a lo acontecido. Pudimos

abordar que no resulta sencillo para una niña o adolescente poder relatar verbalmente lo

que sucedió, tratándose de situaciones y agresiones de contenido sexual, muchas veces

ante los efectos que lo traumático va dejando, que era muy importante lo que había

logrado hacer.

Dice que siempre lo supo, los recuerdos estaban, pero que fue a partir de las

clases de Educación Sexual integral que se resignificó, y todo lo ocurrido empezó a

sentirse diferente, pesado, como una carga abrumadora. En sus dichos, se cuestionaba

a sí misma. Llevo mucho tiempo que aparecieran cuestionamientos y enojos con su

padre. “Dar testimonio es a la vez dar sentido a la propia vida, de no ser así, se corre el

riesgo de fracturas, escisiones y todo tipo de clausuras de la memoria, que no solo

amenazan el presente sino que impiden construir una historia.” 5

Es necesario tener en cuenta que su relato y develamiento fue un punto de

llegada en su entramado subjetivo, una vez instalada la transferencia de trabajo y, al

mismo tiempo, posibilitó un punto de partida y continuidad terapéutica, ya que el proceso de curación se había iniciado en su psiquismo.6 En este mismo sentido, siguiendo lo

planteado por Cao Gené, ha sido fundamental el sostén, apoyo y acompañamiento de su

madre desde el primer momento del develamiento. Sentir que se le dió validez y

credibilidad. Recordemos que albergaba la fantasía de no ser creída, que no se hiciera

lugar a lo que ella develaba: una agresión sexual de su propio padre, permaneciendo en

silenciamiento por años. “Al principio, cuando el hecho ocurre, no hay palabras, solo una

energía desmedida que ahoga al sujeto infantil. Paralizado por la violencia y muchas

veces enmudecido por la amenaza y el secreto. (…) A veces, al vislumbrar alguna

esperanza de garantía, se relata lo ocurrido, como se puede.”7

El trabajo terapéutico consistió en alojar el sufrimiento de Marina, respetando sus

tiempos, sus vaivenes subjetivos. Alojar y escuchar, acompañar lentamente que pueda ir

inscribiendo y metabolizado simbólicamente, eso que irrumpía en el psiquismo de forma

insistente, en pesadillas y pensamientos intrusivos. Poner palabras, para hacerlo parte

de un entramado que permita el trabajo de elaboración. Siguiendo a Cao Gené, una

historia que se re-inscribe y permite mantenernos vivos, con movimientos de apropiación

e interpretación, armando envolturas de la memoria que garantizan un sentimiento de

continuidad de sí en la temporalidad, permitiendo que haya un porvenir.

8

⁵Rodulfo, Marisa, citada por Cao Gené, Macarena en “Memoria y Olvido” pág. 251. en Abuso sexual

en la infancia: abordaje desde el dispositivo de Cámara Gessel. Editorial LI-Bros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Continuidad de Tratamiento luego del Develamiento:

El tratamiento se desarrolla en forma continua hasta la actualidad, en el marco de

una escucha atenta de la subjetividad que Marina logra manifestar, recayendo el acento

en aquellas cuestiones que hablan de los aspectos psíquicos más singulares, a partir de

la sutileza de los detalles enunciados en las entrevistas. “Contar un suceso no es lo

mismo que elaborarlo. Entre un paso y el otro hay un proceso psíquico en el medio que

no siempre es transitado si no hay un espacio terapéutico habilitante y habilitado”.9 Fue

apareciendo una sintomatología caracterizada por la tristeza, frustración y desgano, con

momentos de franca apatía hacia otros de desborde emocional. Irrupciones de angustia

y llanto en la escuela. Presentaba una marcada disminución del interés en los vínculos

sociales, por apatía e indiferencia, “me da lo mismo” es la forma en que el arrasamiento

subjetivo aparece en su discurso, ante todo y todos. Refería dificultades en los vínculos

con sus pares, enojos, frustraciones, las cuales se han ido elaborando y analizando.

⁶Cao Gené, Macarena, citada por Kranjac,María Laura. Op.Cit. pág. 213

⁷Almada, Sonia: “Derecho al tiempo” (pág. 30) en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

⁸Cao Gené, Macarena en “Memoria y Olvido” (pág. 251). Op cit.

⁹Cao Gené, Macarena: “La niña no escuchada” (pág. 109) en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

Trabajamos sueños y pesadillas, dónde la hostilidad podía desplegarse a través

de la condensación y desplazamiento. El deseo de eliminar al padre, el enojo, la bronca

que no accedían a la consciencia, lograban emergencia en sueños.

Una de las temáticas más insistentes por su dolor son las relativas a sus

hermanastras, ya que a las pocas semanas del develamiento se interrumpió todo

contacto con ellas, quienes acogieron a su padre y se silenciaron. “Los abusos vienen,

silenciosamente, a hacer estallar las referencias familiares, los entornos de confianza y el

psiquismo en constitución.”10 La pérdida de este vínculo, afectuoso y de fraternidad, ha

sido muy dolorosa, lacerante, entristecedora.

Es dable de mencionar, como muestra del mecanismo defensivo de disociación

exacerbado, que pudo sostener con gran empeño y dedicación su actividad académica

escolar, siendo merecedora de un gran reconocimiento escolar, como es ser abanderada

en virtud de su excelente promedio académico. Podemos pensar en una obediencia

mecánica según Ferenczi.11 Cabe también preguntarse si se trata de una disociación

instrumental y operativa, o si entra en niveles más patológicos, como mecanismo para

desmentir una realidad absolutamente insoportable y dolorosa?

En forma paralela, la apatía y reticencia social se vió exacerbada los siguientes

meses, obturando cualquier movimiento de salida exogámica que se hubiera estado

desplegando, teniendo en cuenta sus 17 años. Marina transitaba el anteúltimo año de la

escuela secundaria, etapa vital caracterizada por un incremento de las cargas libidinales

en los pares. Sin embargo, se observaba un proceso regresivo en el lazo social y vínculo

con los otros, la distancia emocional de sus pares y amigos, por pérdida de emblemas y

rasgos identificatorios que la unieran a ellos. “Estamos seguros que la irrupción de la

sexualidad adulta en el universo de los niños trae consecuencias des-subjetivantes. Se

produce un quiebre entre su psiquismo y su cuerpo. (…) Siempre tiene un efecto de

implosión en la vida psíquica, en tanto la subjetividad estalla. Toda la filiación se ve

devastada. Se trata de un daño psíquico que no es generado en una sola situación

traumática, sino que se produce de manera lenta, insidiosa, virulenta a raíz de micro

comportamientos relacionales entre el niño y el adulto que enferma, destruye y aniquila.

(…) Es un daño velado, oculto y secreto”12

¹⁰Poletti, Irina: “Polimorfismo en la clínica con sujetos agredidos sexualmente” (pág. 272) en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

¹¹Citado por Kranjac, María Laura: “Relatos en el silencio al amparo de la responsabilidad ética y social sobre las víctimas de agresividad sexual en la infancia” (pág. 208). Op cit.

¹²Cao Gené, Macarena: “Subjetividades arrasadas. El abuso sexual en la infancia: una mirada histórica y actual”. (pág. 45). Op cit.

Luego de varios meses, transitando el último año de secundario, en consonancia

a todos los rituales de pasaje que se despliegan y las expectativas de egresados, se

pudo observar una mejoría en su modalidad de contacto con pares, pudiendo recuperar y

depositar algo de energía libidinal en los lazos. Conectarse con ciertas actividades

sociales y escolares, experimentando pequeños disfrutes, pero muy por debajo de lo

esperable.

La pregunta por el deseo guiaba la dirección de la cura: ¿cómo podría ponerse a

circular nuevamente? ya que estaba atrapada en un lugar mortificante. Intermitencia del

deseo: como si el deseo titilara, se evanesciera. Su voz tiene momentos de brillo,

luminosidad y otros momentos, resuena apagada, opaca. Nada la entusiasma. Nada le

interesa. La desafectivización se hace presente. “Cuando hay abuso, la erotización del

otro se realiza poniendo en juego exclusivamente los deseos sexuales del adulto,

arrasando las posibilidades psíquicas del niño. La consecuencia no es entonces la

instauración del deseo en el niño, sino su anulación.”13

Cómo ya fue dicho, el trabajo terapéutico consistió en poner palabras, prestar

palabras, para hacer parte de un entramado que permita el trabajo de elaboración

simbólica, que pueda ser historizado y también volverse pasado, perdiendo su actualidad

efectiva aún años después de cesadas las agresiones14

.

En lo relativo a la figura paterna, aparecía la ambivalencia afectiva que caracteríza

el incesto paterno filial. El desconcierto, el dolor, la tristeza, la decepción, la pérdida de

referencias son las vivencias y emociones asociadas a la figura de su padre. Fue

necesario “valor para poner el palabras nuevamente lo vivido por su agresor, para

acompañarla a realizar nuevos encadenamientos, nuevas significaciones, ligaduras entre

esos afectos y representaciones que se encontraban en sitios diferentes.”15 No obstante,

por la ambivalencia antes mencionada, el enojo y la decepción aparecía muchas veces

desplazado en los otros (amigos y compañeros, en su madre). Al principio quedó

atrapada en un no saber acerca de las conductas de su padre, sin poder entender si lo

que sufría por parte de ese adulto es una muestra de afecto o un ataque, preguntándose

sobre los motivos (psicológicos) por los cuales pudo ser capaz de una agresión y abuso

hacia ella. De hecho, pudimos trabajar en relación a su elección vocacional, ya que Marina quiere estudiar psicología… buscando entender, comprender, saber?

Cuando uno de los progenitores abusa de un niño, está suponiendo que ese hijo

no es alguien con deseos propios; no lo reconoce en su otredad sino que queda ubicado

como parte de sí, como un cuerpo que le pertenece. Es decir, hace un borramiento de

sus posibilidades y de su ser. Y la caricia toma entonces un carácter siniestro; es

lacerante porque no está enmarcada por la ternura.”16

Fueron meses de trabajo, doloroso trabajo, abordando temáticas familiares que se

desplegaron luego del develamiento: alejamientos, peleas, distanciamientos, etc. de la

familia paterna. El duelo por la pérdida del vínculo con sus hermanas es uno de los más

significativos, marcado por sentimientos de dolor, tristeza y profunda decepción.

¹³Janin, Beatriz: “El abuso sexual y los diagnósticos invalidantes” (pág. 102) en Infancias y Adolescenciasp atologizadas. Ed. Novedad. Buenos Aires, 2020.

¹⁴Poletti, Irina: “Polimorfismo en la clínica con sujetos agredidos sexualmente” (pág. 274) Op cit.

¹⁵Vecchi, Sandra: “Entre soldaditos de plomo y hombres de hojalata…armaduras para sobrevivir al horror” (pág. 378) en Ecos del Horror. Editorial Raices. C.A.B.A., 2022.

Escribir para acompañar. El informe

Pasaron los meses, casi un año, se acercaba la fecha de su pericia psicológica, lo

cual despertó muchas ansiedades y reactualizó angustias. El miedo a tener que relatar

nuevamente lo ocurrido fue inquietante. Trabajamos en la importancia de poder decir su

verdad y que ésta sea escuchada.

Por mi parte, yo seguía esperando que se comunicaran del juzgado, para hablar,

para pedirme un informe. Como ese pedido nunca llegó, resonaban en mi cabeza las

palabras de Macarena Cao Gené: “Desde nuestra función clínica debemos esmerarnos,

no solo en el acompañamiento terapéutico, sino en la confección de nuestros informes:

no deben ser ni livianos ni tibios. En más de una oportunidad, la voz silente de las

víctimas, podrá ser oída por medio de nuestra palabra escrita”17

. Decidí escribir, poner

palabras y presentar un informe. Lo conversé con Marina y su madre, ambas estaban de

acuerdo. Era una forma de acompañarla frente al miedo que le generaba pensar en la

evaluación pericial.

Redacte un informe detallado y pormenorizado de todo lo ocurrido, con fechas,

horarios y ese gran texto que Marina pudo escribir. Sus palabras. Sus vivencias. Sus

preguntas. Su madre lo presentó en la fiscalía.

Con ese informe en mano, decidí acompañarla al Palacio de Tribunales el día de

la pericia. Sentía que tenía que acompañarlas, a Marina y a su madre, en un momento

de muchísima angustia, incertidumbre y dolor. Me senté con ellas en la sala de espera,

sostuve sus manos y algunos de sus miedos; contesté algunas de sus preguntas, para apaciguar la incertidumbre. Sentía la absoluta convicción ética, humana y profesional

que ese era el lugar en el que debía estar: acompañando y sosteniendo ese sufrimiento.

Las palabras de Macarena seguían resonando en mi cabeza.

¹⁶Janin, Beatriz: “El abuso sexual y los diagnósticos invalidantes” (pág. 102). Op cit

¹⁷Cao Gené, Macarena: “Subjetividades arrasadas. El abuso sexual en la infancia.” (pág. 43) Op cit

A las pocas horas de finalizada la pericia en tribunales, recibo un mensaje de la

perito psicóloga del cuerpo técnico auxiliar -una colega que se toma en serio el Derecho,

parafraseando a Mary Bellof- destacando y agradeciendo la importancia de que hubiera

acompañado a Marina a la evaluación, en función de sostén y acompañamiento, algo

poco habitual según sus palabras, al momento de asistir a una pericia. Asimismo,

destacó la confección del informe que presenté, completo y detallado, que también

sostiene y acompaña.

Este trabajo terapéutico, esta historia, la de Marina, se fue dando durante 2023, al

tiempo que cursaba este postgrado. Mientras avanzábamos en las unidades, surgía en

mí la imperiosa necesidad de escribir, de acompañar, de poner palabras. De escribir para

acompañar.

Me pareció fundamental acompañar a Marina, con mí presencia y con el informe.

Lamentablemente Marina no pudo relatar verbalmente lo ocurrido en la pericia

psicológica, y si bien la perito pudo dar cuenta del daño psíquico y consecuencias

compatibles con los hechos denunciados, la fiscalía aún aguarda la declaración

testimonial. Marina ya cumplió 18 años, pero aún no se siente preparada para hablar

oralmente. Lo hizo por escrito, pero no fue suficiente. El período de instrucción continua,

pero aun sigo esperando que me inviten a hablar. Yo puedo hablar y tengo mucho para

decir. Marina aún no puede hablar con las palabras que el poder judicial quiere oir.

Cómo sostiene Laura Kranjac18

, la postura fonocentrista está sumamente

arraigada en ambientes clínicos y jurídicos, privilegiando el relato verbal por sobre otros.

Por momentos Marina suena decidida a terminar con esta etapa judicial, quiere

cerrar este “trámite”. En otros momentos, quiere olvidar, quiere seguir con su vida

adolescente y se enoja porque esto le arruina el disfrute. El costo es alto, la disociación

cobra costos altos: anestesia y apatía, abulia y falta de placer en lo que hace. Anestesia

afectiva o abroquelamiento de las emociones como sostiene Vecchi.

Seguimos trabajando, en el ritmo y vaivenes que su subjetividad va marcando, la

proyección a futuro y el trabajo, la libidinización de sus estudios universitarios en la carrera de Psicología, son parte importante del proceso de elaboración, frente a la

cantidad de pérdidas simbólicas acontecidas.

¹⁸Kranjac, María Laura. (Pág. 191). Op cit.

Alojando y escuchando la emergencia de su sufrimiento, en función de “… sostén,

como soporte de lo insoportable que tocó soportar en la más absoluta soledad e

indefensión.19

Como sostienen las teorías en esta temática, recordar lo doloroso es

imprescindible para poder ligarlo, pero siempre ha sido respetando los tiempos subjetivos

de Marina, sin forzamientos que redoblen el sufrimiento. Marina ha ido historizando y

reescribiendo sus vivencias, sus recuerdos, armando tramas discursivas donde quedaron

olvidos, yendo y viniendo.

Siguiendo lo planteado por Sandra Vecchi, propuesto por Benyakar y Lezica, el

trabajo consistirá en lograr que los recuerdos sean evocados a demanda del sujeto y no

como una descarga automática e involuntaria, convirtiéndose así en un olvido que es

recuerdo potencial y no compulsivo, ya que no se trata de borrar un suceso sino de

incorporarlo como parte de la vida.20

Escribir para acompañar a dónde las paredes no me dejan ir, para abrazar

cuando el miedo atrapa, para alojar ese dolor que debe ser dicho.

Cada día me convenzo más del lugar que tenemos como profesionales,

tratándose de causas judiciales familiares, agresiones sexuales, escolares, etc., lo

importante de poner palabras escritas y en informes que acompañan esos momentos.

Comencé a escribir informes desde recién graduada. En los últimos años intento

transmitir la importancia de escribir, de poder expresar en palabras los recorridos y

evaluaciones que uno ha podido ir haciendo y es necesario que otros conozcan. Escribir

sin ser tibios ni escuetos.

Como fue abordado durante el curso, muchos colegas sienten mucho miedo de

escribir, temen citaciones y juzgamientos. Milito para que se pierda este miedo, para que

podamos sostener nuestras ideas, apreciaciones, consideraciones, interpretaciones

teóricas desde un lugar ético y responsable profesionalmente

¹⁹Poletti, Irina. (Pág. 276). Op cit.

²⁰Vecchi Sandra. (Pág. 378). Op cit.

Licenciada Maria Ines Alvelo

M.N. 38.198 – M.P. 84.659

Licenciada en Psicología (UBA). Psicología clínica y forense. Postgrado en psicoanálisis (CSM n°3

Ameghino). Diplomada en Estrategias e intervenciones en violencia familiar (UAI). Diplomada en

Sufrimiento psíquico en niños y adolescentes (UTN). Formación en perspectiva de género y psicoanálisis

(UCES y AEAPG). Perito auxiliar de la justicia en GCBA y Provincia de Buenos Aires fuero civil y laboral.

Perito de parte fuero penal. Ex criminóloga del Servicio Penitenciario Federal Complejo Penitenciario de

mujeres.

● Bibliografía de referencia:

● Almada, Sonia: “Derecho al tiempo” en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”.

C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Cao Gené, Macarena: “Motivos de la compilación” en “Te lo cuento cómo y

cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Cao Gené, Macarena: “Subjetividades arrasadas” en Abuso sexual en la

infancia: abordaje desde el dispositivo de Cámara Gessel. Editorial LI-Bros.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

● Cao Gené, Macarena en “Memoria y Olvido” en Abuso sexual en la infancia:

abordaje desde el dispositivo de Cámara Gessel. Editorial LI-Bros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

● Cao Gené, Macarena: “La niña no escuchada” en “Te lo cuento cómo y

cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Capacete, Laura: La develación del abuso sexual durante las medidas de

abrigo y los procesos de adopción en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”.

C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Cohen Imach, Silvina: Abusos sexuales en la infancia. Clínica de lo

Traumático en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices

Ediciones.

● Culipe, Cristina: “Vivir después de sobrevivir” en “Te lo cuento cómo y cuándo

puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Janin, Beatriz: “El abuso sexual y los diagnósticos invalidantes” en Infancias y

Adolescencias patologizadas. Ed. Noveduc. Buenos Aires, 2020.

● Kranjac, María Laura: “Relatos en el silencio al amparo de la responsabilidad

ética y social sobre las víctimas de agresividad sexual en la infancia” en “Te lo

cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Poletti, Irina: “Polimorfismo en la clínica con sujetos agredidos sexualmente”

en “Te lo cuento cómo y cuándo puedo”. C.A.B.A., 2022. Raices Ediciones.

● Vecchi, Sandra: “Entre soldaditos de plomo y hombres de

hojalata…armaduras para sobrevivir al horror” en Ecos del Horror. Editorial Raíces. C.A.B.A., 2022.

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