Cuando la palabra no aparece, ¿no alcanza?

Valeria C. Astudillo (2023)

Fundamentación:

El presente trabajo estará centrado en la descripción de un Caso clínico, Renata (R) de 3 años de edad; quien padeció agresión sexual por parte de su hermano mayor de edad (18 años) por línea paterna, a quien llamaremos D. 

Se desarrollarán fragmentos de las entrevistas psicodiagnósticas realizadas con R y su mamá (Sra.), buscando entrelazar conceptos facilitadores para comprender el impacto en el psiquismo de NN agredidos sexualmente y su sufrimiento, con lo manifiesto en la clínica con Renata, como también aquello que se lee, escucha y mira entre líneas pero se aloja, se cree, porque es posible empatizar y entender que hay algo más allá de la palabra, del relato verbal explícito. Es aquí donde lo dicho por Macarena Cao Rene “la verdad jurídica y la verdad psíquica no están en el mismo plano”. (2013, p.27) se vislumbra, y obliga a revisar las intervenciones hacia quienes siempre son protagonistas, personitas vulnerables, subjetivamente arrasadas, que esperan que ser alojados por un sistema que proteja y garantice sus derechos.

 Atendiendo a esto último, se realizará una lectura crítica y reflexiva de las intervenciones desde la intersectorialidad, la interdisciplina y la co-responsabilidad ante los derechos de los NN y el respeto a sus tiempos subjetivos.

Objetivos:

Articular los siguientes conceptos seleccionados: Trauma/Traumatismo – Subjetividad arrasada – Olvido – Indicadores – Juego – Intersectorialidad – Derechos de los y las NNyA, con el material clínico en pos de repensarnos, reposicionarnos ante el sufrimiento de los/las NN y A y su decir.

Resaltar la importancia del trabajo intersectorial corresponsable, con una mirada sensible, criteriosa, compartida y coherente ante las niñeces.

 

Desarrollo:

Renata inicio espacio psicoterapéutico con posterioridad a haber transitado por instancia de evaluación en Cámara Gesell, concurriendo a tres entrevistas con psicóloga forense. Según refiere la mamá, Sra. S, sin dificultades aunque sin posibilidades de “contar” lo que sucedió. Manifestó que solicita atención psicológica por sugerencia del equipo del SAVD (Servicio de Asistencia Víctimas de Delito) en contexto de no haber contado y recordado el suceso denunciado por ella. 

Atendiendo a los objetivos de esas instancias judiciales y comprendiendo que el indicador específico de una sospecha de ASI es el relato de la niña, es esperable pensar la búsqueda de precisión en su decir, la puesta en palabra de su vivencia traumática. El objetivo central de las entrevistas en Cámara Gesell, realizadas por psicólogos/as capacitados en la temática, “es que el o la niña exterioricen la mayor información posible.”…“Obtener información precisa y confiable sobre lo que ocurrió a través del relato de los niños, niñas y adolescentes que incluya una descripción de las circunstancia de tiempo, modo y lugar, conducta del abusador y conducta de la víctima que podrían dar lugar a un supuesto evento abusivo….” (Susana Toporosi, 2023, p.107-108).

He aquí lo controversial, lo complejo, lo incompatible, la incoherente (en algunos casos) de quienes constituimos el sistema protectivo. Se instala un abismo entre quienes buscan cuidar, alojar el sufrimiento de las niñeces, defender sus Derechos, respetando sus tiempos y posibilidades subjetivas de contar ya que reconocen la presencia de un Yo frágil, avasallado; con quienes demandan la objetividad, la precisión, la claridad, el orden en el relato verbal de su vivencia traumática. Sin dudas esta urgencia judicial dista de la urgencia subjetiva de esa niña que intenta sanar, olvidar, ordenar ese mundo interno turbulento y atemorizante, instrumentado las defensas yoicas que puede ante lo doloroso, confuso e indecible de su vivencia. Renata en esos espacios de entrevista también se expresó, denunció… negó la presencia de familiares del lado paterno, no los mencionó, no los recordó, no pudo dar cuenta de su existencia… ¿Amnesia? ¿Casualidad o causalidad inconsciente?, instrumentación de mecanismos defensivos ante su sufrimiento psíquico, acción de la represión, la negación y la disociación.

Claramente lo mencionado gráfica las falencias del sistema protectivo, y el posicionamiento adultocéntrico y fonocéntrico enquistado en el accionar jurídico. “El dispositivo judicial continúa sosteniendo una postura fonocentrista que consecuentemente espera que la “verdad de lo acaecido” aparezca en el relato verbal manifiesto, casi como único indicador de prueba fehaciente. (Macarena Cao Gene, 2023, p 231). Refleja cómo se diluye la empatía con el sufrimiento de R, el reconocimiento de sus posibilidades por su edad, su historia, y sin la intencionalidad se recrea una escena de violencia secundaria.  

Seguidamente a lo que la mamá de R mencionó como motivo de consulta; resultan aún más escalofriantes las palabras que escucho, dichas a la Sra. S a modo de una contención tranquilizadora: “Es chiquita ya se olvidó”.

Hablar del olvido supone un proceso de elaboración, para olvidar primero hay que recordar, pero recordar una vivencia supone la habilidad de comprender esa situación, para que luego sea evocado en una cadena de asociaciones que tienen un significado. Pero por supuesto que recordar la vivencia traumática puede conllevar una reviviscencia, por lo cual el Yo de R frágil e invadido por lo tormentoso de la vivencia, se defiende de su dolor psíquico.

No es discutible que lo traumático se produjo, se instaló desde “lo real” desde el momento que un adulto (su hermano S) actúo y opero con poder, con intrusión agresiva en el cuerpo y psiquismo de R. Como lo menciona Macarena Cao Gene, “el abuso sexual tiene un efecto de implosión psíquica, en tanto la subjetividad estalla” (p.45). 

Considerando los aportes de Benyakar lo traumático se produce por la desarticulación entre el afecto y la representación, es el impacto que una vivencia tiene sobre la singularidad de ese psiquismo, no es en sí misma traumática la situación si no que es la vivencia, la interpretación subjetiva de esa situación que se instala, deja huella. Considerando las posibilidades subjetivas y cognitivas de R por su momento evolutivo claramente caotiza su mundo interno, desordena sus emociones, desarticula su afecto ante lo que se representa como amado y temido. 

Tomando lo expuesto por Agustín G. Candioti en el artículo respecto al legado ferencziano, presentado revista Aperturas Psicoanalíticas, “la situación traumática se transformará en trauma si el adulto en lugar de arropar al niño desmiente su experiencia, lo enfrenta con su renegación”. (2019, p.7)

Al indagar como se da el develamiento. La Sra. S comenta que efectúa la denuncia, a partir de lo que R le dice durante su baño diario. Refiere que espontáneamente cuenta que “su hermano le toca la colita, ponía los dedos en mi cola”. Expresa dolor al momento de higienizarse. Esta situación conlleva consulta en guardia pediátrica durante la cual se constata ausencia de himen y junto a lo referido por la mamá, se activa el protocolo. En este fragmento de entrevista, recuperando lo que transmite Macarena Cao Gene, R lo conto cómo y cuándo pudo. Por otro lado, se registra una mamá continente, receptora, activa, protectora, con recursos que le permitieron la búsqueda de ayuda. 

La mamá puede reconocer otros cambios en R, posibles de asociar al evento traumático, difícil de metabolizar, con preguntas que continuamente se hace, sin lograr respuestas frente a esto inconcebible. En su intento de reconstruir todo ese escenario terrorífico, menciona diferentes situaciones que cobran relevancia y en contexto, son indicadores psicológicos inespecíficos de ASI: episodios de enuresis nocturna en el domicilio paterno (informados por el padre), semblante de tristeza, miedo inexplicable, cambios de humor, alteraciones en el sueño (pesadillas). La Sra. S refiere que llaman su atención, señales de silencio (R hace gestos con su dedos), representados con espontaneidad o en juegos que creaba con sus juguetes, como guardando un secreto. La Sra. S expresa que luego de que R le cuenta lo que sucedió con su hermano D, no lo nombro más. 

Cuando la mamá pone en conocimiento al progenitor, lo que R le transmite y lo que va observando en su conducta, el papá adopta una actitud de descreimiento, negación. Asimismo parte de la familia paterna se distancia. 

Si escuchamos más allá de la palabra dicha hay comunicación de su sufrimiento, de su confusión, sentimientos ambivalentes que surgen al encontrar en una misma persona el amor y el horror, lo temido. Claramente la disociación como mecanismo de defensa se manifiesta, operando en la amnesia, el olvido. Poner distancia a algo que para ella resulta difícil de comprender, significar, metabolizar por ser excesivo y operar con violencia en su frágil psiquismo. 

Siguiendo con las consideraciones teóricas en relación a lo traumático – el trauma, luego de lo dicho desde el develamiento hasta como su conducta, su ánimo, que expresaron su indefensión, resalto que dentro de su entorno inmediato, R encontró a su mamá disponible, que la arropo, que creyó y acciono en pos de protegerla, pero me surge el interrogante… los otros adultos que entran en escena en la vida Renata ¿cuán revictimizantes de su padecimiento son? ¿cuán generadores de renegación son, provocando la desmentida de su experiencia al insistir en la palabra dicha y no poder “escuchar-ver-mirar” en su juego, en su conducta, en los cambios de humor, sus retrocesos evolutivos, en sus miedos? ¿Cuánta violencia secundaria opera en las acciones erráticas de quienes deberían actuar en pos de los derechos de los NNyA?    

Creo que estas situaciones, lo cotidiano del quehacer profesional, nos invitan y obligan a pensar la complejidad de las situaciones, la vulnerabilidad en la que se encuentra R, como tantas y tantos NNyA siendo fundamental un verdadero trabajo corresponsable, interdisciplinario e intersectorial, como activos agentes protectivos de los derechos de los más vulnerables, evitando caer en meras repeticiones discursivas, no ser narrador de nuevos paradigmas sino asumir un lugar de compromiso, jugarse a con nuevos posicionamientos que garanticen efectivamente los Derechos NNyA.

Por otro lado, resulta importante referir algunos factores de riesgo detectados durante la entrevista con su mamá, en la historia familiar de R, ya que son aspectos a visibilizar y atender en la historia personal y familiar de NN damnificados, haciéndolos potencialmente más vulnerables a agresiones sexuales. En el caso de R se evidenciaron: consumo problemático de sustancias por parte del progenitor, el cual se incrementó en el tiempo. Antecedentes de ASI intrafamiliar en la mamá de R. Vinculo conflictivo con su madre. Separación de los padres cuando R era beba. Intentaron convivir, pero a los 3 meses de R, debido a suceso de violencia de género (“él siempre fue muy celosos”) decidió no continuar con la relación y solicitó prohibición de acercamiento (con posterioridad no se renovó). Con posterioridad a la separación, R vive con su mamá y su hermano F, por línea materna. Ocasionalmente tenía comunicación con su padre, pasando varios meses sin saber de él. A los 2 años R inicia contacto con su padre. Paulatinamente empezó a quedarse algunas noches en el domicilio paterno, en el cual vivían abuelos paternos y medios hermanos de R, entre ellos D. 

Si bien se objetiva una infancia materna con historia de abuso sexual, un vínculo materno con fallas en su vínculo primario, severas conflictivas con su madre y sentimientos de desprotección (su mama descreyó cuando develo su situación de ASI), “tendencia a establecer relaciones de pareja disfuncionales y con patrones violentos de comportamiento” (Sandra Baita, Paula Moreno, p. 96), se reconoce una actitud materna que cuida, protege y es apoyo para su hija. Nunca dudo de lo que R le contó. 

Lo descripto hasta el momento me convoca a repensar y reasegurar mi posicionamiento en el quehacer clínico con NNyA, a escuchar en el jugar de R, donde si alcanza para alojar y entender su sufrimiento.

En la primera entrevista, hora de juego diagnóstica, R ingresa sola sin inconvenientes. Se registra un lenguaje claro y rico para su edad. Es expresiva e inquieta. Explora el consultorio con gran despliegue de ansiedad, toca, manipula, deja los objetos que toma, observa sin elegir para jugar aunque expresa que quisiera hacer con lo que va agarrando. Pregunta cómo se llaman ciertos objetos, los va dejando al pasar, representando un escenario caótico. Intervengo habilitando a que conozca el espacio a su tiempo, que será un lugar en el cual nos volveremos a encontrar si ella así lo quiere. Al momento del cierre de esta primera hora de juego, llora, se muestra enojada…se abebota con sus palabras y gestos pero accede volver a vernos. 

En posteriores entrevistas donde prima el juego, se repiten escenas y personajes. Se muestra más tranquila, siempre entusiasta ante presentación de propuesta con caja de juguetes. Representa en sus juegos: persecuciones, ataques, conductas violentas. Adjudica roles de cuidado e intentos de protección a algunas muñecas y conductas de ataque y agresión a otros objetos; despliega conductas intrusivas, expresa verbalmente el miedo que siente uno de los personajes de su juego. La presencia del dinosaurio fue una constante, desplegando agresividad, puede cambiar o suplir otros objetos, pero se sostienen fantasías de persecución, de ocultamiento (“cerremos las ventanas sshhh!!…) adjudicando calificativos de “malo, te portas mal” al dinosaurio. En varias ocasiones irrumpe con otra escena lúdica, en la cual me apunta con una pistola diciendo “te mato”, se ríe, y luego pregunta cómo estoy. En otros momentos juega con la casita, acuesta a una muñeca pequeña y otro que representa a un varón, cierra las ventanas. Hace sonidos, grita, cambia el tono de voz, intentado transmitir el miedo que siente la muñeca. “Los niños/as se van proyectando así mismos y su historia en las escenas lúdicas que arman, para luego, tal y como si se tratara de una película, poder observarse desde afuera y lograr entender o elaborar lo que les está sucediendo o lo que les ha sucedido”.( María Cecilia López, p, 61)

Considerando su momento evolutivo, destaco que R tiene un gran despliegue simbólico y dramatización de roles en sus juegos.

A continuación detallo un fragmento de una hora de juego con R, el dialogo y relato construido por ella entre los objetos:

R toma la muñeca (x) de la caja de juguetes y el dinosaurio. Se acerca a la casita de muñecas con ambos objetos que manipula y alterna ser una u otro:

-(muñeca X): “No quiero vivir aquí… no me quiero acostar a dormir” (hace fuerza y acuesta a x). 

Regresa a la caja, busca un caballo (lo deja por fuera de escena) y otra muñeca, (z): “Ah perdón! Ella (z) está enojada con ella (x) y le grita, (me explica). 

– (muñeca z): “Yo voy a dormir acá (la deja fuera de la casa)…es muy grande él” (agarra al dinosaurio). 

– (muñeca x) “va a mirar por la venta…están peleando, me da mucho miedo, (hace correr la muñeca por dentro de la casita)…está loco, la viene a buscar…” (golpea , grita, su tono de voz impresiona asustada). “Ya me quiere morder” (simula llanto). (Considero necesario intervenir para aliviar angustia percibida y sostenerla: está asustada x!, quién quiere morderla?) R responde: “su pelo, sus manos…el dinosaurio malo me mordió… (nuevamente simula llanto). Agarra la muñeca (x), la acuesta,”me siento muy mal…au au eso le dolió…”

En ese encuentro transferencial que se construye, donde la vía regia de comunicación hacia su mundo interior, es el juego, ofrezco mi presencia, me encuentro próxima, implicada pero no invasiva, disponible desde lo corporal y la palabra, intentando dar sentido a lo que puede ser confuso, transmitiendo acompañamiento y tranquilidad cuando el miedo se hace tan real en sus representaciones que sus gestos, gritos, tono de voz te lo hacen sentir. Se objetiva como R invierte roles, siendo agresor y agredida por momentos, incluyendo terceros en la escena que no logran un papel activo, los despoja. Proyecta su miedo, su indefensión, su dolor, su ira y enojo. Aparece una temporalidad variable, utiliza primera y tercera persona en sus diálogos. Multiplicidad de emociones que atormentan. Intento de huida, de ocultamiento y defensa, pero gana el más fuerte. Recuperando lo aportado por María Cecilia López sobre el significado de los juguetes, no resulta menor la elección del dinosaurio como objeto presente constante en sus escenas lúdicas, según esta autora “los dinosaurios simbolizan los instintos de agresión y de la “ley del más grande”… “son un símbolo perfecto de los instintos más agresivos y de supervivencia, no de la ley del “más apto” sino del “más fuerte”. (p.94).

En cada entrevista con R, se hace visible lo que Aberastury plantea cuando dice “Al jugar el niño desplaza al exterior miedos, angustias y problemas internos dominándolos con la acción. Repite en el juego todas las situaciones excesivas para su yo débil y esto le permite por su dominio sobre objetos externos y a su alcance hacer activo lo que sufrió pasivamente, cambiar un final que le fue penoso, tolerar papeles y situaciones que en la vida le serian prohibidos desde dentro y desde fuera”(1987, p.11)

En las escenas de juego, R oscilaba desde un rol pasivo a otro activo, expresaba su temor a ser atacada pero también desplegaba sus fantasías de aniquilación y destrucción de ese objeto persecutorio. Daba cuenta de sus sentimientos de culpa, ansiedad, enojo, soledad, vulnerabilidad. En algunas representaciones instrumenta “la identificación con el agresor” (es ella el dinosaurio, amenaza, dispara con una pistola, quedando yo en un lugar vulnerable), “mecanismo utilizado para lidiar con los sentimientos de indefensión y vulnerabilidad. Ante la angustia por la emergencia de tales sentimientos, el yo reacciona tratando de pasar de una instancia pasiva a otra activa, de victima a ofensor. En el juego el niño se convierte en el que hostiga o maltrata a la terapeuta que juega un papel de niño indefenso e incapaz”. (Colombo-Beigbeder de Agosta, p.67). En el mundo del juego todo está permitido, toda fantasía puede actuarse, todo es posible que suceda, tiene un inicio y un fin, es un espacio de dominio y control, al cual se puede ingresar y salir.

En una de las entrevista, luego de dejar el juego que se repetía en sus secuencias en cada encuentro, se acerca a unos cuentos y libros, entre ellos observa y elije uno para colorear. Me sorprende la precisión y cuidado al colorear, respeta los bordes del dibujo (figura de un granjero), denota tranquilidad al desarrollar la actividad pero infiero que realiza un gran control en ella. Verbaliza los nombres de los colores con acierto. Agrega a la figura humana que coloreaba un “hace pipi” (dos líneas largas en zona genital), expresa: “tiene un pipi grande el señor”. Seguidamente, mientras agrega líneas sobre la cabeza, “le mojo el gorro que yo le dibuje”, se ríe mientras agrega otras líneas a modo de lluvia. Cabe resaltar en este momento, que cuando solicito representación gráfica de la figura humana, R no logra esquematización esperable para su edad, solo dibuja dos líneas que representan las piernas y tres puntos que son los ojos y la nariz, sin integración entre ellos, sin la significación que ella transmite, no podría interpretarse que lo representado es una persona. Resulta significativo que a los tres años ella sepa que “un señor tiene un hace pipi grande”, que físicamente (anatómicamente hablando) lo dibuja en esa figura humana en el lugar exacto, cuando aún R no esquematiza figura humana, y agrego, no realiza otras representaciones graficas o descargas (ej. garabateo). En este representar denotaría un conocimiento posible desde una realidad concreta, observación, información o vivencia directa. En esta etapa psicosexual es incipiente la diferenciación de sexos, no se tiene certeza de lo que el otro diferente a mí tiene. Esta lectura es viable en la convergencia de indicadores asociados a posible agresión sexual contra NNyA, que se manifiestan en el espacio de consultorio con R y los datos aportados por la mama en las entrevistas.

Antes de concluir quiero comentar una actitud de R que se repite, gradualmente, con menor intensidad. Al momento del cierre de las entrevistas, se muestra triste y lo expresa, suele reiterar conducta abebotada. Mientras que al reencontrarnos, siempre se observa feliz y expresa “me encanta venir a la psicóloga”. Interpreto que en ese encuentro transferencial construido con R, ella encontró un lugar de protección, amparo, sostén y seguridad; habilitante y acogedor para que pronuncie todo su bagaje de emociones, sensaciones y pensamientos sin apuros y adecuado a sus necesidades subjetivas y evolutivas. 

A pedido de la Fiscalía elaboro informe según lo requerido: -si el motivo de consulta se vincula a posible abuso sexual, -si se encuentra en tratamiento, -el diagnóstico realizado y toda información que resulte de interés, poniendo el acento en R, en su edad, sus posibilidades, su gran capacidad de decir más allá de un relato oral. 

La mamá resiste, espera alguna respuesta desde justicia mientras acompaña a R, al igual que su hermano F, al espacio psicoterapéutico, donde el objetivo central es ayudar a tramitar lo traumático, promover su alivio psíquico, recuperar esa subjetivad arrasada. 

 

Conclusión: 

A modo de cierre y reflexión, retomo lo planteado en relación a la importancia de ser criteriosos, quizás con lenguajes distintos, pero con una mirada coherente y centrada en la perspectiva de la niñees y los derechos, una actitud sincera, comprometida, corresponsable. Resulta incondicional la comunicación intersectorial e interdisciplinaria entre los actores de los distintos organismos, instituciones que intervenimos con el objetivo de ser garantes de sus derechos.  

En esa búsqueda, de no ser fríos ni tibios al momento de realizar los informes, según palabras de Macarena Cao Gene, la elaboración del informe de R se focalizó en transmitir su verdad subjetiva, comunicada en el espacio del consultorio con expresiones no verbales, lúdicas y gráficas, posicionamiento que permite leer-escuchar-mirar entre líneas, su desamparo subjetivo, el impacto psíquico de esa experiencia traumática que no logra ser metabolizada porque confunde, desequilibra y desorganiza su frágil yo.

R “no se olvidó porque es chiquita” sino porque se defiende de esa escena terrorífica que irrumpió su desarrollo psicosexualidad, su inocencia.

“El día en que los juzgados hagan un lugar especial en alguna de sus oficinas para lo/as niños/as, un lugar que sea la réplica de un verdadero consultorio para niños/as; ese día quizás las pequeñas víctimas logren sentirse más animadas y estimuladas a contar su verdad.”(María Cecilia López, p.135)

 

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