“Maltrato infantil y sus marcas en la subjetividad”

Dra. Silvia Viviana Pugliese

Hablar de maltrato es hablar de violencia, pero la violencia presenta varias aristas, no siempre vinculada a la patología.

P. Aulagnier describe la violencia nacida del contrato narcisita (Aulagnier, 1975), ese intercambio entre el sujeto y su grupo que le otorga un lugar en el conjunto social a cambio de tomar su modelo ideal, al tiempo que le permite la constitución de su psiquismo. Este contrato establece lo permitido, lo prohibido y un tercero garante de su cumplimiento. Hablamos de una violencia constructiva

A diferencia del pacto narcisita, donde no hay contrato ni garante. Genera violencia y coerción para instituírlo. Contiene y transmite violencia y no permite la libertad, la autonomía y la subjetivación de sus miembros. Hablamos aquí de una violencia destructiva.

La trama vincular intersubjetiva es un entretejido de conexiones entre diversas subjetividades en el plano sincrónico y en el plano diacrónico. 

Cuando tomamos el plano sincrónico observamos la violencia que se despliega en los vínculos temporalmente horizontales y cuando lo hacemos en el plano diacrónico, es en los vínculos intergeneracionales 

En el plano sincrónico la violencia puede estar facilitada por la dependencia y el poder. (tanto en carencias extremas como en superabundancia)

En el plano diacrónico, Kaës lo plantea en las trazas prehistóricas, en lo “no inscripto” o “pasado silenciado”. Antiguos duelos no tramitados, originados en graves heridas narcisísticas (humillaciones, vergüenzas intolerables, crímenes inconfesables) que no han sido puestos en palabras, guardados en secreto que aparecen en generaciones posteriores como patologías enignáticas. Silenciados en la primera generación, sin palabras en la segunda e impensables en la tercera.

Estos “rasgones” del tejido psíquico, se evidencian por sucesos inexplicables que irrumpen desde el descendiente designado como portador de la denuncia del daño transgeneracional. 

Gampel nos habla de una “identificación radioactiva” (Gampel, 2001) como un modo de explicar las penetraciones de aspectos terribles, violentos y destructivos desde la realidad externa transmitida de generación en generación. Son constelaciones inconscientes traumáticas y conflictivas que forman parte de la identidad. Son contenidos que no han sido metabolizados, que tienden a regresar a través de la pulsión de muerte (hacia otros, hacia sí mismo o actos criminosos compulsivos).

Gampel describe el procesamiento de los efectos de la violencia social que penetra en sus víctimas y que éstos han transmitido de manera inconsciente a la siguiente generación.

Menciono sólo algunas de las situaciones de violencia social que pudieran estar operando en nuestra sociedad argentina:

¹) Nativos: humillaciones, despojos de sus tierras, su cultura y su identidad

²) Inmigrantes: que sufrieron la humillación de la migración forzada.

³) Dictaduras: desaparición, tortura y ejecución de personas. Exilio y regreso de los exiliados.

⁴) Guerra de Malvinas: jóvenes obligados a enfrentar la muerte y el horror. Familias quebradas por la muerte de sus jóvenes. Sobrevivientes y su no lugar en la sociedad.

⁵) Democracia: Excesos, atropellos, corrupción, impunidad, inseguridad.

⁶) Economía de mercado: anonimato de las organizaciones y empresas. Migración dentro y fuera del país.

Desde otra línea teórica, las últimas investigaciones se han centrado en el efecto de la intersección de múltiples adversidades (Appleyard et al., 2005; Chapman et al., 2004; Dong et al. 2004); y analizan el maltrato infantil dentro de un contexto general y destacan cómo todas las formas de maltrato influyen en su salud y en el desarrollo del niño (Cicchetti y Toth, 1995).

En consecuencia, podemos decir que  la violencia es un fenómeno pluridimensional y pluricausal, por lo que su comprensión excede lo psicológico.

A nivel intrapsíquico, una herida narcisista y una injusticia, en tanto duelos no tramitados, puede dar lugar al desencadenamiento de una carga pulsional desligada. Aparece la venganza expresada en estallidos de furia. Por ello, cuando una situación lo desborda o lo impotentiza, estalla y sus destinatarios son aquellos sobre los que ejerce algún poder y puede llegar hasta la crueldad y el sadismo.

Crueldad y sadismo que puede terminar en el homicidio, como en los casos de femicidio o infanticidio como derivación de la violencia de género, en el caso de victimarios varones. O el caso de abuso materno de apoderamiento de los hijos, que impiden la vinculación con sus padres, cuando la victimaria es una mujer.

Cuando hablamos de niños víctima de violencia, de maltrato infantil, hablamos de la capacidad de los seres humanos de producir la deshumanización de su prole, contradiciendo la función matricial de la familia en orden a la humanización, individuación y socialización. Destruye donde debiera construir.

Los niños fueron víctima de violencia en toda la historia de la humanidad, desde la mitología hasta la realidad. Algunos de ellos:

  1. Urano: Eliminó a sus descendientes hasta que su esposa y su hijo Cronos, lo devoraron. Su nieto Zeus era homicida, violador e incestuoso.
  2. Edipo: siendo bebé fue abandonado en el bosque para que se muriera y perforaron sus tobillos para sujetarlo.
  3. Biblia: Abraham fue abandonado en una cueva por su madre, sabiendo que corría el riesgo de ser matado por Nemrod, quien había ordenado matar a los varones recién nacidos. En otro pasaje: Las hijas de Lot mantienen relaciones incestuosas con su padre. 
  4. En la antigüedad: Niños sacrificados como parte de rituales religiosos
  5. En el siglo XVI los niños comienzan a ser confiado a otros adultos para que los educaran, a quienes les delegaban algunos poderes.
  6. Siglo XVIII (segunda mitad) La era del niño rey (Su majestad el bebé), donde el niño pasa a ser el bien más preciado, no obstante ello, recibe el aprendizaje bajo crueles prácticas educativas. Una violencia enmascarada en buenas costumbres: “la obediencia fortifica, la letra con sangre entra”.
  7. Siglo XX (segunda mitad): Hay un reconocimiento que: “Pegarle a un niño es legitimar la voluntad de castigo, pero no educar”, “la violencia hacia los niños es nociva e ilegal”. El niño es reconocido como sujeto de derecho. Aún así, hoy se mantienen religiones que admiten casamientos de hombres adultos con niñas menores de 10 años y la única ley penal que rige es la Ley del Talión  (incluyendo a los niños). Además, e independientemente del lugar concedido al niño, los avances acerca de la constitución de la subjetividad del niño, en todas las culturas, religiones, nivel social y nivel educativo, se detectan niños víctima de algún tipo de maltrato (físico, psicológico, negligencia, abuso sexual) 

Investigaciones desde distintas vertientes teóricas concluyen en la importancia de la coherencia y la previsibilidad del entorno del niño. Entre ellos, Bowlby quien consideró la importancia del apego y que la capacidad para establecer lazos emocionales íntimos es un rasgo importante de salud mental. Y destacó que el factor protector de algún tipo de maltrato es el vínculo padres-hijo, caracterizado por el apego seguro (Bolwlby, 1989).

Por su parte, Haskett (2006), destaca que el factor protector de las relaciones paterno-filiales es el apoyo social.

Destacamos que los factores de riesgo de maltrato infantil son: a) Hijos no deseados; b) Hijos discapacitados; c) Características temperamentales de los hijos; d) Calidad de la familia extendida y e) Redes de apoyo social

Las marcas en la subjetividad del niño dependen de: La etapa del desarrollo del niño; la frecuencia; la cronicidad; si hubo seducción o coerción; quién es el victimario; el tipo de apego; el tipo de maltrato y si fue víctima o testigo.

Turner, Finkelhor y Ormorod (2012) en una investigación sobre una muestra de 2016 niños de 2 a 9 años que habían padecido distintas formas de maltrato y niños testigo de violencia, corroboró que la exposición al maltrato, se asociaba significativamente los síntomas de trauma con índices de disfunción parental, adversidad familiar, inestabilidad residencial y prácticas de crianza conflictiva. Concluyeron que: a) El maltrato emocional es el que tiene efectos más importantes que el físico en la salud mental (adultez); b) El maltrato psicológico junto a la crianza inconsistente y hostil, son un factor de riesgo poderoso en la salud mental; c) Una crianza hostil y coactiva (inconsistente e injusta) incide en los vínculos sociales y el manejo de la agresión; d) La pérdida de apoyo social junto a situaciones estresantes pueden llevar a prácticas de crianza más ineficaces; e) Los índices específicos de las relaciones familiares y circunstancias que denotan falta de seguridad y estabilidad parecen tener efectos acumulativos dado que los niveles de trauma aumentan con cada factor de riesgo adicional y juntos inciden sobre el bienestar infantil y f) En consecuencia, es necesario acudir a múltiples fuentes a la hora de evaluar el impacto de un contexto violento, en los niños.

Barudy y Dartagnan (2004) destacan que no sólo se observan trastornos en la organización jerárquica en el contexto familiar, sino también trastornos de la regulación de fronteras familiares: a) Muy desordenadas: organización caótica; b) Muy abiertas: no se sabe a dónde se pertenece y c) Muy rígidas: guetos. 

  Desde el Psicoanálisis, sabemos que la respuesta humana al trauma se expresa a través de: a) Hiperactivación fisiológica y conductual; b) Escisión y c) Renegación

Cuando un niño enfrenta una amenaza a la vida a edad temprana, puede reaccionar como congelado, paralizado. Adormece el dolor que lo afecta y lo protege de los temores de aniquilación y desintegración, experimentado esta parte como ajena, como un “no-yo”, afectando en consecuencia, la constitución del Yo.     

La escisión surge de la necesidad de separar, compartimentar la experiencia traumática, manteniendo el apego a los padres (Howell, 2005). 

Pedro, 8 años, a quien la madre le quemó la mano con la plancha de bifes caliente por haberle robado $10. Concurre a la consulta con la abuela, su guardadora. Su palma aún no completaba su cicatrización. A los 10 días, dado que se avecinaba el Día de la Madre manifestó: “quiero ver a mi mamá, creo que está cambiando”

           A veces, el cuerpo habla lo que no puede decir con palabras: trastornos endócrinos, neurológicos, inmunológicos. “La disociación es el escape cuando no hay escape” dijo Putman (1992).

En síntesis, desde diferentes líneas teóricas se propone que para diagnosticar los efectos del maltrato en el niño deberá hacerse desde una perspectiva amplia que podría denominarse “Ecoevaluación psicológica” donde se incluya el Psicodiagnóstico del niño, de la familia y los factores contextuales.

ALGUNAS TECNICAS PSICODIAGNÓSTICAS E INDICADORES POSIBLES

Resultado de trabajos anteriores sobre una muestra de 38 familias con hijos de 3 a 16 años, cuyo maltrato estaba comprobado, se obtuvieron las siguientes conclusiones:

¹) HORA DE JUEGO

Los niños no juegan. Manipulan los objetos. No hay fantasía ni simbolización. Puede que presenten escenas autorreferenciales:

²) GRAFICOS

Pueden ir desde la imposibilidad de dibujar (rayones) en niños con grafismo adecuado a su etapa evolutiva; hasta representaciones de escenas cargadas de violencia y ataque, tanto en el grafismo como en el uso de los colores. Sin posibilidad de construir historias sobre los mismos o relatan historias autorreferenciales. 

³) RORSCHACH

a) En una muestra de 29 niños víctimas de algún tipo de maltrato, en el Rorschach, se destaca: rigidez en el control de los impulsos y comportamiento estereotipado ( F% alto), con recursos limitados tanto para el funcionamiento de su mundo interno como de sus afectos ( T.V. coartativo); debilitamiento de las funciones yoicas adaptativas expresados en la percepción pobre y una disminución del juicio crítico (F+% bajo y F-% alto).

b) Un hallazgo citado en un trabajo anterior: Cuasi- Autorreferencia (Pugliese, 2008): son relatos casi textuales de situaciones traumáticas vividas.

c) Escala MOA: Urist y su equipo (1977, 1982) ha desarrollado la Escala MOA, para evaluar la representación objetal en niños. En base al contenido temático de las respuestas de movimiento evalúa el desarrollo y funcionamiento de las relaciones objetales. En la muestra, se aplicó la escala MOA y al cotejar los datos obtenidos con los datos de la historia vital pudo verificarse que aquellos casos en que han sido víctima de maltrato grave y durante un tiempo prolongado, obtuvieron puntajes correspondientes a niveles patológicos de funcionamiento en sus relaciones objetales.

⁴) HORA DE JUEGO FAMILIAR DIAGNÓSTICA. Se observó:

a) Los padres no juegan con sus hijos

b) Los hijos no juegan, sólo manipulan los objetos

c):El o los progenitores tienden a hegemonizar la atención del entrevistador

d)Los padres tienen una percepción distorsionada y negativa del hijo

e) Humillan a sus hijos con sus comentarios

f) Lo que sucede se debe a la violencia del progenitor ausente o niegan el problema.

g) Borran la asimetría en el vínculo terapeuta-pacientes 

⁵) GUIA DE VALORACION DE HABILIDADES PARENTALES, diseñada por Barudy. Comprende una serie de preguntas que el entrevistador debe responder en base a las entrevistas con los padres. De los datos obtenidos en la muestra se concluyó:  

•Contratransferencialmente el entrevistador experimenta la sensación de estar más interesado por el niño que los propios padres, no evidencian angustia por lo que le sucede al niño, especialmente frente a hechos graves.

•Todos provienen de hogares donde predominó algún tipo de violencia y en algunos casos, acompañada de alcoholismo y/o adicciones. 

•Se trata de padres incapaces de aceptar que tienen alguna responsabilidad sobre lo que les sucede a sus hijos

•Instalan un vínculo desafiante ante las normas impuestas. Presentan dificultad para acordar turnos y/o respetar el horario

•Desconocen los intereses de sus hijos, menos qué es lo esperable para su edad. Desde ya resulta dificultoso centrar la entrevista en el hijo/a. 

Podemos concluir que los padres, por sus características, instalan una dinámica de funcionamiento donde no se observa una vinculación afectiva con sus hijos, en consecuencia, no registran qué necesitan, qué intentan transmitir, ni cómo estimularlos/tranquilizarlos. En este marco es posible inferir que los hijos crecen sin haber podido resolver sus necesidades, dependientes y agobiados por la desaprobación de sus propios padres. Por su parte, el sentimiento de hostilidad que esto les genera ya que no lo pueden expresar directamente por el terror a ser punidos. 

Se corrobora que si los padres, en su calidad de hijos en crecimiento, quedaron sin resolución sus propias necesidades, devenidos adultos, no cuentan con el equipamiento para absorber situaciones ansiógenas o angustiantes, ni capacidad de empatía para reconocer y respetar las emociones de sus hijos y permite explicar la repetición de la patología, a través de las sucesivas generaciones.

El niño busca paradójicamente la proximidad con su padre/madre/cuidador maltratador/es. Esto es más claro cuando un niño es separado de sus padres maltratadores: tiende a manifestar su deseo de quedarse o volver con el padre/madre/padres. Por su parte, los padres también buscan sólo la proximidad física haciendo lo que está a su alcance para recuperarlo, pero una vez restablecido el vínculo se reproduce la misma modalidad de apego. Se instala así una espiral trágica con consecuencias lamentables para el niño, a la que Barudy llama “Alienación sacrificial del niño”.

Dado que los profesionales intervinientes corremos el riesgo de: a) identificarnos con los padres; b) identificarnos negativamente con uno o ambos padres; c) identificarnos con los niños en contra de los padres o d) adoptar una actitud negativa y culpabilizante hacia los niños; se requiere de instrumentos válidos para el diagnóstico ecológico y contextual del sufrimiento del niño y los recursos existentes para asegurarle mejores condiciones de vida.

Cuando los cuidados y protección parentales fallan, quedan otras instancias que le permiten sacar al niño de ese circuito destructivo para posibilitarle una vinculación más saludable. 

RESUMEN

La violencia es un fenómeno pluricausal y pluridimensional, por lo que su comprensión global  excede lo psicológico.

Al hablar de maltrato infantil estamos aludiendo a la capacidad de los seres humanos en producir deshumanización de su prole, contradiciendo la función matricial de la familia, en orden a la humanización, individuación y socialización.

Las marcas en el psiquismo de un niño dependerán de la etapa en que se produjo el maltrato, la frecuencia, cronicidad, quién es su victimario, el tipo de maltrato y el tipo de apego dentro de la organización familiar. Por ello es necesario realizar un psicodiagnóstico ecológico donde se incluya al niño, su familia y los factores contextuales.

Avanzar en la detección de estas marcas en su subjetividad, a través de los instrumentos psicológicos, es nuestro desafío como psicodiagnosticadores y nuestro aporte a la Justicia

Palabras claves: abuso sexual infantil – psicodiagnóstico – técnicas proyectivas.

ABSTRACTO 
La violencia es un fenómeno pluricausal y multidimensional, por lo que su comprensión global va más allá de lo psicológico.
cuando hablamos de maltrato infantil nos referimos a la capacidad del ser humano de producir la deshumanización de su descendencia, contradiciendo la función de matriz familiar, con el fin de humanizarla, individuarla y socializarla.
Las marcas en la psique de un niño dependen de la etapa del abuso ocurrido, la frecuencia, la cronicidad, quién es el perpetrador, el tipo de abuso y el tipo de apego dentro de la organización familiar. Por tanto, es necesario realizar una evaluación ecológica que incluya al niño, la familia y los factores contextuales.
avanzar en la detección de estas marcas en su subjetividad, a través de herramientas psicológicas, es nuestro desafío como evaluadores y nuestro aporte a la justicia
palabras clave: abuso sexual infantil – evaluación – técnicas proyectivas

Publicado en: Revista de la Asociación Argentina de Rorschach y otras técnicas proyectivas, Año 34, Nº1, 2013


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